“La educación es un acto político y hacer política es un acto pedagógico”
Así lo señaló Andrés Mejía, profesor de la Universidad de Los Andes, y experto en pedagogías para el pensamiento crítico en educación. El profesor Mejía acompañó el pasado viernes 8 de junio a la UCJD Bogotá en su espacio de tertulias.
Con una primera distinción entre las distintas escuelas del pensamiento crítico, Mejía introdujo en el tema a los asistentes a esta tertulia; que en esta ocasión contó con la renovadora presencia de estudiantes del Colegio Claretiano de Bosa, a quienes agradecemos de nuevo su compañía, su entusiasmo, sus intervenciones cargadas de crítica inteligente.
La reflexión que provocó el profesor Mejía de manera bastante oportuna nos reincorporó a la discusión sobre la formación ¿para qué? Instándonos así a tomar decisiones de carácter ético y político.
A partir de la pedagogía radical o pedagogía crítica, explicó Mejía, se hace explícita la educación como un proyecto político, que pretende que las y los ciudadanos entendamos más profundamente la realidad en la que nos movemos. Sin embargo, no basta con entender y dejar igual. No. El objetivo adicional a formar conciencia crítica es estimular transformaciones en esa realidad. Es entender para cambiar.
Entonces, en total coincidencia con los principios que orientan el trabajo de la UCJD y de su Escuela de Formación Política Rodrigo Escobar Navia – REN, Andrés Mejía repetía la pedagogía radical como un proyecto político. Entendido el hacer política como el “cambiar conductas”, a partir de una crítica íntimamente asociada al conocimiento. De esta manera, esa política de “cambiar conductas” se ejerce por escalas: a nivel familiar, local, distrital y nacional.
Partiendo de la base de que la educación actual es “muy poco política”, Mejía asocia la pedagogía crítica o pedagogía radical a la formación de competencias en el entendimiento profundo de la realidad y su respectiva transformación”. Es decir, se trata de “partir de una situación problemática en el entorno específico, para identificar las necesidades particulares que deben orientar las soluciones de ese proyecto político, sea éste, familiar, local o nacional”. Conocimiento orientado a necesidades.
Es así como la participación se puede entender sólo como “acción sobre la realidad”; porque “hasta el conocimiento más técnico tiene implicaciones políticas y sociales”, enfatizó Mejía. De ahí la importancia de crear conciencia en la toma de las decisiones; más aún cuando se trata de decisiones con consecuencias en lo público.
En el diálogo abierto con los participantes de la tertulia, se identificó el riesgo patente de poner el sistema educativo y los modelos pedagógicos al servicio de una causa política autoritaria, sea de izquierda o de derecha, ¿ilegítimo? ¿adoctrinador?
Fue esta la oportunidad para que el profesor Mejía recordara que la pedagogía radical indudablemente implica “toma de posturas”; reconociendo también que “las relaciones sin adoctrinamiento no existen; toda relación es pedagógica en alguna medida”.
Finalmente, luego de ratificar este proceso de formación como un proyecto no partidista, pero en todo caso político, en franca conversación este espacio convocado por la Escuela REN logró bastantes consensos. Uno de los principales consensos fue el identificar como misión, tanto de la pedagogía radical como de los ejercicios de la UCJD, la de “hacer que las y los ciudadanos sean autónomos en sus decisiones. Y esto pasa necesariamente por aceptar que la autonomía no está dada, hay que construirla con pedagogía”.
Toda la tertulia fue entonces una gran invitación a entender la pedagogía radical como método de formación política, resaltando la necesaria relación entre política y educación; una educación dialógica que debe llevar a transformaciones en la realidad y a miradas que superen lo obvio.
Mil gracias de nuevo a Andrés Mejía, a la Fundación Tempo por ser refugio de estas reflexiones y a cada uno de los participantes.
Andrea Arboleda B.
Presidenta
UCJD - Bogotá
Con una primera distinción entre las distintas escuelas del pensamiento crítico, Mejía introdujo en el tema a los asistentes a esta tertulia; que en esta ocasión contó con la renovadora presencia de estudiantes del Colegio Claretiano de Bosa, a quienes agradecemos de nuevo su compañía, su entusiasmo, sus intervenciones cargadas de crítica inteligente.
La reflexión que provocó el profesor Mejía de manera bastante oportuna nos reincorporó a la discusión sobre la formación ¿para qué? Instándonos así a tomar decisiones de carácter ético y político.
A partir de la pedagogía radical o pedagogía crítica, explicó Mejía, se hace explícita la educación como un proyecto político, que pretende que las y los ciudadanos entendamos más profundamente la realidad en la que nos movemos. Sin embargo, no basta con entender y dejar igual. No. El objetivo adicional a formar conciencia crítica es estimular transformaciones en esa realidad. Es entender para cambiar.
Entonces, en total coincidencia con los principios que orientan el trabajo de la UCJD y de su Escuela de Formación Política Rodrigo Escobar Navia – REN, Andrés Mejía repetía la pedagogía radical como un proyecto político. Entendido el hacer política como el “cambiar conductas”, a partir de una crítica íntimamente asociada al conocimiento. De esta manera, esa política de “cambiar conductas” se ejerce por escalas: a nivel familiar, local, distrital y nacional.
Partiendo de la base de que la educación actual es “muy poco política”, Mejía asocia la pedagogía crítica o pedagogía radical a la formación de competencias en el entendimiento profundo de la realidad y su respectiva transformación”. Es decir, se trata de “partir de una situación problemática en el entorno específico, para identificar las necesidades particulares que deben orientar las soluciones de ese proyecto político, sea éste, familiar, local o nacional”. Conocimiento orientado a necesidades.
Es así como la participación se puede entender sólo como “acción sobre la realidad”; porque “hasta el conocimiento más técnico tiene implicaciones políticas y sociales”, enfatizó Mejía. De ahí la importancia de crear conciencia en la toma de las decisiones; más aún cuando se trata de decisiones con consecuencias en lo público.
En el diálogo abierto con los participantes de la tertulia, se identificó el riesgo patente de poner el sistema educativo y los modelos pedagógicos al servicio de una causa política autoritaria, sea de izquierda o de derecha, ¿ilegítimo? ¿adoctrinador?
Fue esta la oportunidad para que el profesor Mejía recordara que la pedagogía radical indudablemente implica “toma de posturas”; reconociendo también que “las relaciones sin adoctrinamiento no existen; toda relación es pedagógica en alguna medida”.
Finalmente, luego de ratificar este proceso de formación como un proyecto no partidista, pero en todo caso político, en franca conversación este espacio convocado por la Escuela REN logró bastantes consensos. Uno de los principales consensos fue el identificar como misión, tanto de la pedagogía radical como de los ejercicios de la UCJD, la de “hacer que las y los ciudadanos sean autónomos en sus decisiones. Y esto pasa necesariamente por aceptar que la autonomía no está dada, hay que construirla con pedagogía”.
Toda la tertulia fue entonces una gran invitación a entender la pedagogía radical como método de formación política, resaltando la necesaria relación entre política y educación; una educación dialógica que debe llevar a transformaciones en la realidad y a miradas que superen lo obvio.
Mil gracias de nuevo a Andrés Mejía, a la Fundación Tempo por ser refugio de estas reflexiones y a cada uno de los participantes.
Andrea Arboleda B.
Presidenta
UCJD - Bogotá
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