Las ‘ruedas sueltas’: un peligro para la democracia y para los municipios y ciudades
Más aún en época de elecciones, tendríamos que ser capaces de llegar a un consenso claro sobre aquello que en lo personal y en lo colectivo no admitiríamos en un candidato, y que lo haría descartable dentro de nuestra baraja de opciones políticas. De esta manera, y en la misma línea del foro de este blog, la UCJD sigue en la deliberación acerca de los criterios que le permitirán con algún grado de certeza respaldar candidatos a Alcaldías, Concejos y Juntas Administradoras Locales.
En este debate es muy difícil no caer en los que parecen lugares comunes. Sin embargo, la condena al clientelismo, a la corrupción, al caudillismo, al co-gobierno con grupos armados ilegales, no es precisamente obvia en Colombia, y es por eso que se hace necesario consignar esa censura en un pacto político explícito y transparente por parte de todas las fuerzas políticas y sus campañas.
Desafortunadamente en las últimas semanas nos hemos dado cuenta, y ojalá hayamos hecho conciencia real, de la vulnerabilidad de los proyectos políticos en las distintas regiones del país. Y aquí reitero el llamado a la responsabilidad política de los partidos. Y a propósito de este tema vale la pena preguntarse, entre otras, si los mínimos éticos y políticos deberían ser distintos para la política urbana que para la periférica. Yo digo que no.
Precisamente, para ilustrar el debate sobre esos mínimos retomo aquí una vieja discusión acerca de lo que se debe privilegiar a la hora de aspirar al poder. Un gran amigo me decía alguna vez que en no pocas ocasiones había que elegir entre hacer proyecto de municipio o proyecto de partido, por ejemplo. Es decir, que a la hora de pensar en gestión y desarrollo territorial, había que aplazar la consolidación del proyecto político.
Hoy más que nunca discrepo de una idea que, formulada así, parece oponer el desarrollo rural y/o urbano a la construcción permanente de las fuerzas políticas. A mi modo de ver, no se oponen, sino que por el contrario, tomar decisiones acerca de las fuerzas políticas a apoyar o a representar, blinda y soporta desde temprano el proyecto de municipio o ciudad que se tenga. Sea cívica o partidista, una fuerza política sólida en los determinados territorios nos protege como ciudadanos de caudillos autoritarios, y al mismo tiempo protege a los líderes y representantes políticos de la soledad y el aislamiento que los hace presa fácil de los pactos (clientelistas o armados) con actores ilegales o ilegítimos.
De esta manera, entonces, en primer lugar podríamos decir: NO a las ‘ruedas sueltas’, no a los candidatos sin capacidad de representación, no a los candidatos que no ayudan a formular reglas de juego transparentes desde sus proyectos políticos, no a los candidatos que no se la juegan por la competencia y la democracia interna de los procesos de organización ciudadana; llámense éstos partidos políticos, coaliciones oficiales, recaudos de firmas.
Por ahora, y en vista de que llegar a esta primera condición no fue un asunto corto, la invitación es a enriquecer esta discusión de manera colectiva y pública; sin perder de vista, por favor, las condiciones propias de cada territorio. Ser capaces de pensar en clave de nuestros municipios o ciudades no nos aleja de los principios éticos y políticos generales exigibles, sino que por el contrario, hace a éstos mucho más sólidos y viables en la vida real.
Andrea Arboleda B.
Presidenta
UCJD - Bogotá